viernes, 9 de abril de 2010

Estoy jugando con fuego y me voy a quemar.




Un abrasador sentimiento está preparándose para entrar en mi corazón y no salir. Esa sensación antaño tan conocida y ahora olvidada está a punto de aferrarse a mi corazón y no soltarlo bajo ningún concepto hasta dentro de un tiempo, cuando el sufrimiento haya hecho mella en mí de nuevo. Cuando no pueda dormir, ni comer, ni hacer cualquier cosa que no sea pensar en esa sensación, en esas emociones... y en el causante.
Cuando todo eso pase, tal vez mi razón gane a mi corazón y me vea obligada a aislarme para tratar de olvidar todo. Cuando la más ligera brisa me traiga su olor desconocido, cuando el más ligero parecido que vea en alguien haga que mi corazón se acelere, cuando las lágrimas caigan y caigan sin descanso. Como antes.
Entonces me aferraré a la vida con todas mis fuerzas porque perder una batalla no es perder la guerra.

sábado, 3 de abril de 2010

Es la primera vez que me echo a llorar en medio de la calle.

Ésto nunca debería haber empezado porque iba a acabar mal. Han pasado horas y todo está mal y seguirá estando así.
La impotencia me supera, se abate frente a mí y me rodea dejándome ciega.

Nunca debí hacerme ilusiones, y lo peor de todo es que lo sabía. Sabía cómo iba a terminar ésto. MAL.
Como siempre.

Lo mejor de todo son las promesas incumplidas de la persona en la que más confiaba estos últimos meses.
No puedo más.