martes, 20 de octubre de 2009

2


-Sabes que no debes estar en la calle mucho tiempo si estás sola -dijo una conocida voz detrás de ella, dueña de aqullos brazos y aquella espalda que se apretaban contra su cuerpo-, y menos aquí.
De pronto recordó por qué (casi) se había desmayado. Estaban en una plaza, con una pequeña iglesia, unos cuantos árboles, algunos bancos y una fuente, pero para ella no era una plaza cualquiera, la primera vez que la había pisado después del desastre se había caído de rodillas sin poder hacer nada por evitarlo y había tenido que fingir un tropiezo para no asustar a las personas que iban con ella. Porque allí, aquella iglesia y aquellos árboles habían sido testigos de su primer beso con él. ¿Un beso de verdad? Al principio quería pensar que sí, un sí que tímidamente intentaba abrirse paso entre recuerdos pasados sin conseguirlo, así que, después, había pensado que no, que él había sido uno como tantos otros, de usar y tirar, un poco más amable que los demás, pero simplemente uno de tantos.
Mucho tiempo después había descubierto que los sentimientos de él hacia ella no habían cambiado (o eso creía) y su corazón, su frío corazón, se había estremecido y había generado una pequeña calidez que no se apagó en unos días, así que al cabo de unas semanas, el sí tímido que quería destacar por encima de los recuerdos se convirtió en un sí fuerte, escrito con mayúsculas y signos de exclamación. Y ahora... ahora simplemente era un sí sin fuerza y alma, que se escapaba entre los dedos exactamente igual que se escapa la brisa cuando intentas cogerla.

viernes, 16 de octubre de 2009

1


Sintió que se desmayaba como le había pasado unos días atrás,pero en el momento en el que su mente se sumía en el dulce sueño de la inconsciencia, en el momento en el que una sonrisa se perfilaba en sus labios al saber que dejaría de pensar unos minutos, cuando solo faltaba un segundo (o menos, tal vez una milésima) para descansar de verdad durante un tiempo, por mínimo que este fuese, sintió una presencia tras su espalda y unos brazos que la sostenían, y que, con su contacto la devolvieron sin piedad a la realidad.

jueves, 24 de septiembre de 2009

21 otra vez.

No quiero admitirlo, pero estoy contando los días, las horas, los minutos y los segundos...
Sé que vas a irte, sé que estaré sola otra vez.
Volverás con tu estrella, lo sé, aunque intentemos ocultarlo. Volverás con ella y los dos seréis felices.
Pero yo no.
No voy a retenerte, no voy a obligarte, no voy a decidir por ti. No voy a decirte esas dos palabras que quieres escuchar porque cuando lo haga seré incapaz de salir adelante, como aquella vez. Contengo las lágrimas mientras escribo, y cuando hablemos no sabrás nada de esto. Mejor así.

Se acerca ese día, un nuevo 21, la fecha de mi nueva muerte. Aunque esto no pase un 21, será mi día, tu día y su día. Un día para tres personas y para un corazón roto dos veces.
¿Ves lo que me haces escribir?

domingo, 13 de septiembre de 2009




El sonido del teléfono la devolvió a la realidad. ¡Jack! ¡Podía ser Jack! Había leído sobre ese tipo de situaciones: se piensa intensamente en una persona, ella capta las vibraciones y llama. Se han escrito libros al respecto, así que había decidido probar y durante semanas no hizo otra cosa que pensar en recibir una llamada de Jack. Quizá finalmente había funcionado.


Best friends getting sorted - Rosie Rushton.

domingo, 6 de septiembre de 2009

I MISS LONDON.

London is love. I think it's the most beautiful place in the world. I want to come back to see my friends. I miss you, guys.
I had got great moments with you at the school, at Tesco (it was so so embarrasing sometimes... for example when I found another Tesco so close to school), at the school trips, at the cinema and, OF COURSE, at the Tube. I LOVE THE TUBE. It's big, fast and so so SO warm hahahaha.
I miss my host family, too. My mum was so friendly and her dinners are so delicious, yummy!

I LOVE LONDON AND I MISS IT.

jueves, 30 de julio de 2009

The Curious Case of Benjamin Button.

Vidas entrelazadas.
18/04/09



Una chica en París se disponía a ir de compras, pero se le olvidó el abrigo y volvió a por él. Cuando cogió el abrigo sonó el teléfono así que se detuvo a cogerlo y habló un par de minutos. Mientras la chica estaba al teléfono, Daisy ensayaba para una actuación en la Ópera de París, y mientras ensayaba, la chica, una vez hubo colgado el teléfono, salió a coger un taxi.
Un taxtista se había bajado, tras dejar al último pasajero, a tomar un café, y mientras tanto Daisy seguía ensayando; y el taxtista que se había bajado, tras dejar al último pasajero, a tomar un café, cogió a la chica que iba de compras y que había perdido el taxi anterior. El taxi tuvo que detenerse para no atropellar a un hombre que había salido hacia el trabajo cinco minutos más tarde por haber olvidado poner la alarma. Mientras ese hombre, que llegaba tarde al trabajo, cruzaba la calle, Daisy había terminado de ensayar y se daba una ducha; y mientras Daisy se duchaba, el taxi esperaba fuera de la botica a que la chica recogiera un paquete que no le habían envuelto aún porque la dependienta que tenía que envolverlo había roto con su novio la noche anterior y se había olvidado.
Una vez envuelto el paquete, la chica, ya en el taxi, vio como una camión de reparto se cruzaba en su camino; mientras tanto Daisy se arreglaba. El camión se apartó y el taxi pudo avanzar. Mientras, Daisy, la última en vestirse, esperó a una de sus amigas, a la que se le había roto un cordón. Mientras el taxi estaba parado esperando a que cambiara un semáforo, Daisy y su amiga salieron por la puerta de atrás del teatro.
Y sin tan solo una cosa hubiera ocurrido de otra forma, si ese cordón no se hubiera roto o ese camión se hubiera apartado dos segundos antes, o ese paquete hubiera estado envuelto porque la dependienta no hubiera roto con su novio, o ese hombre hubiera puesto la alarma y se hubiera levantado cinco minutos antes, o ese taxista no se hubiera parado a tomar un café, o esa chica no se hubiera dejado el abrigo y hubiera cogido el taxi anterior, Daisy y su amiga habrían cruzado la calle y el taxi habría pasado de largo.


The Curious Case of Benjamin Button.

martes, 28 de julio de 2009

Eres el oxígeno que llegó cuando no podía respirar, cuando me hundía sin remedio en una nube de dióxido de carbono y nitrógeno que me mataba, cuando me caí al mar y no tenía fuerzas para nadar, cuando atravesé la atmósfera de la felicidad y me quedé flotando en el espacio sin poder regresar.
Eres el oxígeno que llegó cuando mis pulmones lo pedían a gritos, cuando mis células morían una tras otra por no tener fuerzas ya para vivir, cuando mis ojos se apagaban y esa luz amarilla se extinguía, cuando mi boca se abría en un último intento de atrapar algo de aire.
Entonces llegaste tú.

Bueno... no, no exageremos, tú has sido todo eso, pero no eres tan importante.
Nunca habrá nadie más importante que mi estrella, lo siento.
Pero te daré las gracias una y otra vez hasta el fin de mis días por salvarme, porque gracias a ti estoy curada.

sábado, 4 de julio de 2009

EN LONDRES.

Voy a pasar 20 maravillosos días en una ciudad lejana con un chico muy especial.

¿Qué más puedo pedir?
Ah, sí. ¡Qué no llueva!

viernes, 12 de junio de 2009

El problema de Greg.

Greg se levantó de la cama como cada mañana y salió al balcón a contemplar el horizonte como hacía cada sábado por la mañana desde hacía unos meses. Ayer por la noche había quedado con Priscila, Pris, como le gustaba llamarla, y nuevamente había sido un desastre. Por la tarde la había acompañado por lujosas tiendas de la ciudad aguantando las bolsas y la chaqueta mientras ella se probaba innumerables vestidos, zapatos y pantalones. "Necesito unos pantalones -le había dicho el día anterior-, ¿me acompañas esta tarde a comprármelos?"
Él no podía negarse, por supuesto que no, lo haría todo por ella, lo haría todo por ella, y eso es lo que llevaba haciendo desde hacía casi dos años. Estaba enamorado y tenía miedo de que ella se diera cuenta de lo poco que valía, por eso la trataba como a una reina y no podía aguantar verla filtrear con otro hombres. Ahora, desde hacía unos meses, ese miedo había aumentado considerablemente.
"No es más que una mala racha que durará poco -le decía el barman una de las tantas noches que pasaba en el bar de la esquina-, pasará pronto."
"No es más que una mala racha que durará poco -le decían sus amigos cuando él expresaba sus preocupaciones dejando entrever solo la mitad de sus sentimientos-, pasará pronto."
Pero nada pasaba, Greg sabía que no estaban mal, pero tampoco estaba bien, y la cena de anoche había sido otro punto más para añadirlo a su lista. Después de las compras Pris le había ofrecido una cena para compensarle y él había aceptado al instante, alegre de que ella fuera la que propusiera la cita, algo que no hacía desde mucho tiempo atrás. La cena empezó bien, Priscila estaba preciosa con su vestido nuevo, comprado esa misma tarde, pero él había metido la pata al instante, en vez de decirle que parecía una princesa y que era la chica de sus sueños, se había quedado callado y con las orejas enrojecidas, como siempre le pasaba cuando algo le deslumbraba. De todos modos, ese había sido el menor de los inconvenientes.
Mientras comían el salmón, Greg quiso servirse un poco más de vino, con tan mala pata que acabó tirándole a Pris la copa sobre su vestido. Por suerte ella se lo tomó con bastante humor y le repitió una y otra vez que no pasaba nada, que el vestido era negro y un poco de vino no se notaría.
"Lo malo es que el olor sí que se nota y la gente pensará que soy alcohólica." -dijo entre risas.
Al final de la cena, que afortunadamente acabó sin más incidencias, Greg le había propuesto a Priscila que se quedara en su casa esa noche, ya que era la más cercana al restaurante y ambos habían bebido, pero ella no quiso. Greg insistió y Priscila acabó gritándole en medio de la calle.
"¡No voy a subir a tu casa, ¿de acuerdo?! ¡Se acabó la discusión!"
Y luego se había ido rápidamente antes de que Greg pudiera cogerla y besarla tal y como hacen en las películas, o simplemente cogerla y decirle que no porque quisiera que se quedase con él quería también sexo, o simplemente decir adiós. Él se quedó parado mientras la gente miraba y subió a su piso mientras se repetía mentalmente lo inútil que era.
Y es que esa era la verdad, desde hacía tiempo Priscila no quería estar en casa de alguno de los dos si estaban solos, no quería meterse en su cama, y ni siquiera quería acariciarle como antes. Greg se sentía solo, inútil y sin autoestima, pero por más que le diera vueltas no podía comprender lo que le pasaba a Pris.
Y es que nadie entiende a las mujeres.

viernes, 5 de junio de 2009



Una sombra se sienta y enciende el ordenador. Entra aquí y vomita palabras en este cuadro vacío, esperando que sean leídas por alguien más aparte de ella, otra sombra tal vez.
Hoy ha visto fotos, fotos de su cumpleaños y ha tenido que apagar bruscamente el ordenador e ir a clase para pensar en otras cosas y olvidarse de la imagen que aún ronda en su mente.
Su imagen.
Ve claramente las fotografías mientras escribe esto, su corazón late más fuerte poco a poco y siente ese conocido dolor en el pecho, ese dolor que lleva torturándola más de un año.
Ya no le ama, eso está claro.
Pero tampoco no le no-ama, y si ni le ama ni le no-ama, ¿entonces qué hace? ¿por qué le duele? ¿por qué llora? ¿por qué se hace preguntas estúpidas mientras recuerda?
No tiene respuestas para estos porqués. Solo sabe hundirse en su interior, dejarse tragar por el agujero negro de recuerdos y quedarse quieta en la cama, abrazándose las piernas mientras las lágrimas le caen por la cara y le mojan el pelo.
Como una muerta.

martes, 28 de abril de 2009

Soy.


Vuelvo a empezar. Otra vez me describo.
Soy una mera partícula en el universo y con mi desaparición no cambiaría nada.
Soy una colilla de cigarro tirada en la calle, algo gastado, sin importancia y que nadie quiere ni necesita.
Soy como una caja vacía, un trasto, algo inútil y reemplazable.
Soy totalmente intercambiable por alguien mejor que yo.
Soy una sombra en medio de una marabunta de gente.
Soy un trozo de carne vacío e inútil que lo único que sabe hacer mejor lo hace mediocremente.
Soy alguien transparente para los demás, nadie me recuerda porque no destaco en nada.
Soy alguien que perdió su más amada posesión por rendirse ante la cobardía.
Soy como un reloj sin pilas o como un mar sin sal.
Soy una persona a quien le falta lo más vital, las ganas de vivir, y que va destruyéndose poco a poco.
Soy la personificación de la desmotivación y la autocompasión.


Soy alguien que no vale para nada, ni siquiera para describirse a sí misma.

martes, 24 de marzo de 2009

No hay nada que decir.

Y me voy consumiendo mientras mi maltratado corazón se estremece y con sus últimas fuerzas susurra una palabra: amor.

sábado, 21 de febrero de 2009

Palomas.


He ido a aquella plaza y ya no estaba la niña de las palomas.
La he buscado hasta bajo los bancos, la he esperado hasta el anochecer y he gritado su nombre hasta que los ancianos sordos que toman el sol se han girado, pero nada.
antes, cuando la veía, iba corriendo hacia ella y le decía: "¡Niña de las palomas, niña de las palomas, he encontrado una paloma que es nueva y he comprado migas de pan para que les demos juntas de comer!" Entonces ella me sonreía con esa sonrisa tímida y miedosa, como quien tiene miedo a sonreír demasiado por si parece falsa o mentirosa. La niña de las palomas nunca hablaba y jamás he sabido si era tímida o muda.
Ya no se lo podré preguntar porque hoy no la he visto, y si en dieciséis años no ha fallado a nuestro pacto, ¿por qué hoy sí? ¿por qué hoy no ha aparecido ni ella ni nadie enviado por ella? ¿será que ha crecido, que se ha hecho mayor? ¿será que ya no es una niña, pero sí una mujer?
Desesperada estaba yo mientras el sol se escondía y aparecía la oscuridad en el cielo, pero nada. Todo ha sido en vano. Y cuando ya desistía, he oído gritos y jadeos; no venían de mi alrededor ya que no se vía nada, pero yo los oía como si estuvieran dentro de mi cabeza porque de hecho, es donde estaban. He seguido su llamada, cada vez corriendo más rápido, saltando más alto e impulsando más fuerte mis pies y al fin la he visto.
Un lío de ropas, vísceras y sangre. Un lío de gente, luces y ruidos. Un coche con la pintura arañada y manchada de rojo. Ambulancias, policías, gente curiosa. Y allí, en medio de la calle, mi niña. La niña de las palomas a la que tanto amaba y tanto protegía. Su infancia le había sido arrebatada de golpe, fuertemente, como a mí mi vida.
Nos parecemos tanto, ella muerta, pero viva en la memoria, yo viva ,pero muerta en el corazón.

viernes, 20 de febrero de 2009

I de Intentar.

Intentarlo lo intento, si yo intentarlo lo intento.
Intento cambiar.
Intento ser más amable.
Intento ser mejor persona, bueno, eso no, para que nos vamos a engañar. Soy sincera y os digo que la buena persona que era se ha ido a un sitio y no es a la mierda, pero no creo que vuelva.
Se acabó intentarlo. Se acabó distraerse por cosas que no merecen la pena. Se acabó todo.
Dejaré de intentar para practicar, día tras día hasta que consiga mis objetivos, porque no me vais a frenar por muchos obstáculos que pongáis en mi camino.
Ni aunque esté el muro de Berlín.

sábado, 7 de febrero de 2009

Aviso.

Me extrañaba no haberme cansado todavía, pero esto no podía tardar. ¿Paciencia? Esa palabra no está en mi vocabulario ya que brilla por su ausencia, y oteando el horizonte através de los agujeros de la persiana, investigando a la competencia, he decidido que esta historia acaba aquí.
De ahora en adelanta todo será independiente y este proyecto se quedará durmiendo en un cajón presumiblemente para siempre, como un niño que no llegó a nacer.

martes, 27 de enero de 2009

Entrada 3.


Mientras miraba por la ventana distraídamente simulando que comía, pensaba en la cita con el psicólogo que tenía en menos de media hora. Había asistido a tres sesiones anteriormente y la cosa en vez de mejorar iba a peor; el psicólogo le hacía hablar de su infancia, antes de ingresar en el orfanato, y ella solo recordaba vagos detalles como el olor de los bizcochos que preparaba su madre los domingos o el parque donde iba a jugar por las tardes. el especialista la presionaba para que intentara recordar rasgos de sus padres, ya que intentaba que sus pesadillas (de las que se arripintió nada más comenzar a hablar de ellas) desaparecieran.
La primera tarde que asistió a terapia se puso a llorar de impotencia, la segunda de rabia, y en la tercera simplemente se levantó y se fue antes de que la hora acabase. Ahora tenía miedo de lo que podía suceder, ya que si su comportamiento no era ejemplar, dejaría de asistir a las sesiones, y aunque las odiase, al menos podía desahogarse mínimamente y el asesor no la miraba con ese aire de desprecio, asco y/o miedo con el que lo hacían la inmensa mayoría de las personas del orfanato.
Miró el reloj, dejó el plato con la comida sin empezar en la mesa y se dirigió al despacho que al principio le pareció su salvación, pero poco a poco fue haciéndose más oscuro y más pequeño, casi opresivo.
Abrió la puerta y antes de cerrarla ya se había instalado en su estómago aquella molesta sensación de nervios y apuro, el psicólogo estaba en su sillón leyendo el periódico, pero lo dejó encima de la mesa en cuanto vio quien era la persona que había entrado.
-Bien, hoy has llegado a la hora -le dijo con aquella voz tan grave.
-Sí, señor -respondió ella con una voz infantil, y de inmediato se aclaró la garganta, pues sabía que debía guardar la compostura.
-Hoy te he preparado un ejercicio distinto a los otros que has realizado para recordar cosas de tu niñez, hoy -en este momento aguardó un segundo para explicarle lo que tendría que hacer, en algunos aspectos era un hombre muy teatral-, vas a escribir, a escribir un relato que debe contener únicamente un personaje principal, por lo menos al principio.
Ella escuchaba sin creerse del todo lo que estaba oyendo. ¿Escribir? Bueno, podría servir, no sonaba mal del todo, pero no se creía capaz de plasmar algo mínimamente extenso en un papel, la paciencia no era su fuerte.
-Debes intentar contar una historia que en cierto modo se refleje en ti, no hace falta que el protagonista viva en un orfanato ni nada parecido, pero sí que tenga unas inquietudes, sentimientos y pensamientos similares a los tuyos, ¿lo has entendido?
-Sí.
-Pues sal fuera, busca un sitio tranquilo y empieza ya, no es bueno perder tiempo.

sábado, 24 de enero de 2009

Entrada 2.


Se agitaba en sueños mientras intentaba despertar. Las manos agarraban las sábanas fuertemente intentando escapar del dolor, del sufrimiento.
Otra vez soñaba que mataban a sus padres, éstos iban caminando de la mano por una concurrida calle de un barrio muy bonito de una ciudad desconocida, de la mano, hablando y riendo como unos jóvenes enamorados; de pronto todo cambiaba, la calle se oscurecía y no habían farolas para alumbrarla, empezaba a llover y el barrio se quedaba desierto en cuestión de minutos. Entonces un encapuchado se acercaba rápidamente a sus padres y su madre caía de rodillas, apuñalada, muerta antes de tocar el suelo, y su padre intentaba huir, dominar el pánico que crecía en él al ver a su esposa muerta, pero el encapuchado sacaba un arma de su abrigo y en milésimas de segundo el hombre era un cádaver cada vez más frío y pálido.
Despertó gritando, como tantas otras veces. Ese sueño la acosaba desde que ingresó en el orfanato, de lo cual ya hacía años. En los días en los que se deprimía o entristecía por causas en un principio desconocidas, sabía que el sueño estaba al acecho, preparado para saltar al caer rendida en la cama. Dolía, dolía mucho presenciar y recordar el sueño, pero a la vez había una parte de ella que lo disfrutaba, lo paladeaba, si es que se puede disfrutar del sufrimiento, porque únicamente en sueños veía a sus padres y recordaba sus rostros, ya que cuando despertaba era incapaz de recordar absolutamente nada, ni siquiera el color de pelo de su madre ni la chaqueta de su padre.
Cuando soñaba, cuando su mente se rendía ante el poder del sueño, antes de que la calle se oscureciera y apareciese aquel hombre (¿o tal vez era una mujer?) encapuchado, sentía una felicidad que estaba lejos de experimentar cuando estaba despierta.

viernes, 23 de enero de 2009

Entrada 1.










Escribía, escribía y escribía.

El lápiz se deslizaba rápidamente sobre el papel, sin pausas, sin dudas, y su semblante permanecía estático como el de la más fría estatua, pero el interior era otro cantar.
"Querido diario," -escribía- "no puedo más, aquí mes estoy muriendo poco a poco, no tengo familia ni amigos y lo único que era mío, la vida, se está alejando poco a poco..."
Desahogaba sus sentimientos en ese cuaderno viejo, al que ni siquiera se le podía llamar diario, pero para ella era algo que la ayudaba a evadirse de lo que la rodeaba.
Oía a los niños gritar y llorar al otro lado de la pared, lo cual no la ayudaba mucho a concentrarse y olvidar, pero los baños del orfanato eran el lugar más tranquilo que había podido encontrar tras una fervorosa búsqueda a la luz de la linterna ya que por las noches la luz de la luna no llegaba hasta las ventanas del hospicio, como su hubiese un muro entre sus terrenos y el resto del mundo. Ya sabía que no iba a poder escapar de allí antes de ser mayor de edad, pero aunque deseaba irse con todas sus fuerzas, una parte de ella, su parte prudente, le decía que no iba a poder valerse por sí misma fuera de allí ya que estaba sola.
Sola como nadie lo había estado jamás.